La cofundadora de la organización Sistema B de Uruguay explica el avance de este modelo de negocio que va más allá de la rentabilidad
Los marcos de sus anteojos de sol están realizados con la fibra de plástico de redes descartadas en el océano. Son de la marca Gucci, lo que le confirma que son de buena calidad, pero su material de origen fue lo que lo hizo decidirse por ellos. Pedro Tarak es uno de los fundadores de Sistema B, un movimiento que, en lo profundo, apuesta a cambiar el ADN de las economías y llevarlas hacia un modelo de impacto
Por Fabiana Culshaw
Especial para El Observador
Son días ajetreados para Giselle della Mea, fundadora de 3vectores –la primera empresa B Certificada en Uruguay– y líder de Sistemas B, organización que busca construir un ecosistema de este tipo de compañías. El próximo 25 de setiembre se realizará una nueva edición del Día B, en el marco del Festival Internacional de Innovación Social (FIIS), y las expectativas son grandes. La actividad propone compartir casos de éxito y dar charlas inspiradoras sobre las Empresas B, cuyos modelos de negocio se basan en patrones de sustentabilidad, conciliando el desarrollo económico con el social y la regeneración medioambiental.
En el mundo este tipo de compañías facturan más de US$ 3.000 millones al año.
Della Mea, profesora de Design Thinking en Universidad Ort, considera que el evento, que empezó en Uruguay y se fue replicando en la región, ya se ha convertido en un hito. A diferencia de otros años, en que la mirada estaba centrada en las Empresas B, para esta edición «se busca potenciar los temas desde el ángulo de los empresarios, de los emprendedores, del sector político».
¿Cuál es la situación de la Economía B en el mundo?
Existen casi 2.600 Empresas B en el mundo. Todavía el movimiento es pequeño, pero está creciendo. Las empresas que tienen un propósito más allá de la rentabilidad y quieren dejar un legado socioambiental, son resilientes, innovadoras y perduran, además atraen al talento. Por eso cada vez más gente se interesa en estos temas.
¿Qué países están más avanzados con esta propuesta de negocio?
En primer lugar, Estados Unidos porque el interés nació allí. Existen muchas Empresas B certificadas en ese país y hay 30 Estados que tienen la figura jurídica «B Corp».
En América Latina hay 400 Empresas B. Chile y Uruguay son los países de la región que presentan más iniciativas per cápita en relación al tema. En Uruguay, por ejemplo, en el año 2015 diseñamos el primer programa de «multiplicadores B». Se les llama así a las personas que actúan como agentes de cambio en la economía y se dedican a asesorar o ayudar a las empresas que quieren cambiar su modelo de negocios. Hoy en día, en América Latina hay 2.500 multiplicadores B, y en Uruguay 130.
El presidente de EEUU, Donald Trump, retiró a su país del Acuerdo de París sobre el cambio climático, ¿esto afecta al movimiento de las Empresas B?
Trump provocó el efecto contrario de lo que pretendía, ya que se redobló el esfuerzo de quienes pensamos que hay que apostar por la línea ecológica y ambiental. Lo único que logró es visibilizar más este tipo de modelo de negocios. Además, distintas personalidades le salieron al paso, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, quien defendió al Acuerdo de París. También se conoció un video con el exmandatario norteamericano Bill Clinton diciendo que el modelo a seguir es el de las B Corps. Sin olvidar que Paul Polman, el CEO de Sustentabilidad de Unilever, contestó asimismo afirmando que esa compañía va hacia un modelo de Empresa B.
¿Por qué en América Latina el tema está más avanzado que en Europa?
Porque en esta región le dimos un enfoque de movimiento, más sistémico y cultural, enfocado no tanto en el modelo de negocio, sino en la persona. De todas formas, hay avances claros en Reino Unido y en Italia, donde rige la ley de Sociedades de Beneficio e interés Colectivo (BIC). Italia el único país en Europa que la ha aprobado, por el momento. Esa ley es importante en la medida en que reconoce, como una categoría diferenciada, a las empresas que tienen un propósito incorporado de la dimensión socioambiental.
En Uruguay, el proyecto de ley BIC fue presentado en 2017.
Sí. De América Latina, solo Colombia tiene la ley BIC aprobada. Argentina también tiene el proyecto presentado para su aprobación.
En Uruguay existen 10 empresas certificadas B, incluyendo la suya, 3Vectores, que fue la primera. ¿Qué le llama más la atención sobre los perfiles de estas compañías?
Son diferentes, pero varias de ellas crean productos de consumo que también resuelven problemas definidos del entorno. Por ejemplo, Bioterra ofrece soluciones ambientales concretas a través de sus fertilizantes. Werba recicla metales. Verde Agua, que se dedica a ensaladas hidropónicas, tiene un claro modelo de impacto ambiental y social al darles trabajo a mujeres rurales. La estancia La Cristina, mediante la ganadería holística, regenera pastizales, lo que a su vez captura el carbono positivo.
En cuanto a 3Vectores, lo que damos son servicios. A través del diseño de soluciones de negocios, instalamos cambios culturales y redefinimos a las organizaciones responsables.
De cara al futuro, ¿cómo proyecta a Uruguay en materia de economía sustentable?
Este país tiene las condiciones para desarrollar las nuevas economías, por sus características de producción y consumo, pero habría que desarrollar más esta visión y no ser tan dependientes de las herramientas que otorga –o no– el gobierno. La gente y las empresas están pendientes de que primero se apruebe la política pública y después organizan el negocio en torno a eso. Sin embargo, no necesariamente tiene que ser así.
Lo que nos falta es la validación del ecosistema sustentable como un modelo de país a seguir. No es lo mismo hacer una acción de responsabilidad social que tener la responsabilidad social en el corazón del modelo de negocio, como eje transversal.
Fuente: https://www.elobservador.com.uy