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Debemos cargar el mercado de propósito y sentido

Natalia Hughes, copresidenta de Sistema B Uruguay

¿QUÉ ES EL SISTEMA B Y CUÁL ES EL VALOR QUE APORTA PARA LAS EMPRESAS Y LA SOCIEDAD?
Sistema B es una red internacional que tiene como propósito crear un sistema económico inclusivo, equitativo y regenerativo para todas las personas y para el planeta. Es un movimiento social que cambia el sentido del éxito empresarial.

Desde la esencia de Sistema B, la idea es coconstruir espacios que nos permitan acelerar procesos de cambio, porque tenemos un sentido de urgencia ante el cambio climático y la inequidad. Por ello trabajamos en red, invitando a inversionistas, empresarios, líderes y a toda la sociedad a ser parte del cambio.

Como dice David Suzuki: “Hay algunas cosas en el mundo que no podemos cambiar: la gravedad, la entropía, la velocidad de la luz y nuestra naturaleza biológica, que requiere aire limpio, agua limpia, suelo limpio, energía limpia y biodiversidad para nuestra salud y bienestar. Proteger la biósfera debería ser nuestra principal prioridad, de lo contrario nos enfermamos y morimos. Otras cosas, como el capitalismo, la libre empresa, la economía, el dinero, el mercado, no son fuerzas de la naturaleza, nosotros las inventamos. No son inmutables y podemos cambiarlas. No tiene ningún sentido que la economía sea más importante que la biósfera”.

Por tanto, la invitación es a usar la fuerza del mercado como una fuerza positiva para el bien y a ser conscientes de que el primer paso es ser el cambio que queremos ver en el mundo.

¿CÓMO SE PUEDE REDEFINIR EL SENTIDO DEL ÉXITO DE LA ECONOMÍA DESDE LA SUSTENTABILIDAD?
Quizá debemos volver a repensar cómo y para qué hacemos las cosas, es decir, debemos cargar el mercado de propósito y sentido. Las empresas deben evolucionar y pasar de tan solo ofrecer buenos productos y procesos a ser creadoras de valor integral. Empresas que en su objeto social ponen su propósito, el para qué hacen empresa. El famoso “why” de Simon Sinek en su charla “Cómo los grandes líderes inspiran la acción”.

Hablar de sustentabilidad implica pensar en las generaciones futuras desde un punto de vista ambiental. Hablar de inclusión implica que cada persona pueda desarrollar su máximo potencial. Entonces, si observamos la forma en que nos hemos venido organizando, podemos concluir que no sirve. Esta forma de organizarnos no está ofreciendo soluciones a los grandes desafíos que tenemos como humanidad. Por tanto, debemos revisar, repensar, resetear la forma de organizarnos. Debemos pasar de empresas que toman como único indicador el lucro a construir empresas que generen impacto social positivo en lo económico, social y ambiental. Hay que pensar en el triple impacto y la empresa debe constituirse y trabajar desde esta triple búsqueda.

HAY QUE PENSAR EN EL TRIPLE IMPACTO Y LA EMPRESA DEBE CONSTITUIRSE Y TRABAJAR DESDE ESTA TRIPLE BÚSQUEDA

Sistema B promueve la evolución de los mercados y de la economía para ir más allá del crecimiento económico y ofrecer soluciones de escala a los grandes desafíos del planeta y de la humanidad. Hoy en día, el mercado es un espacio en el que los ciudadanos expresan sus valores. Las personas queremos cada vez más ser seres integrados en todos los ámbitos de nuestra vida, queremos que nuestra participación en el mercado sea congruente con nuestros valores personales.

¿DE QUÉ CONSTA EL ASESORAMIENTO QUE BRINDAN A EMPRESAS QUE ASPIRAN A SER MÁS SUSTENTABLES?
Acompañamos a las empresas en el proceso de medición, por medio de la herramienta de evaluación de impacto B (BIA). Esta identifica prácticas operativas y modelos de negocio de impacto por medio de preguntas que generan indicadores con los que podemos ver si la empresa es sostenible o necesita hacer mejoras.

Y la herramienta de evaluación de impacto SDG Action Manager, online, de acceso gratuito y confidencial, que atraviesa cinco dimensiones: gobernanza, trabajadores, comunidad, medioambiente y clientes. Las preguntas que hace son cualitativas y cuantitativas y busca impulsar procesos estandarizados de buenas prácticas, además de ayudar en la gestión empresarial a empresas de triple impacto. Es una herramienta diseñada para gestionar impactos sociales y ambientales con el mismo rigor que los asuntos financieros.

Las experiencias de muchos empresarios son inspiradoras, producen aspiraciones de sumarse al movimiento y una pregunta frecuente es: ¿Qué tengo que hacer para que mi empresa sea B? Como dice Gonzalo Muñoz, cofundador de Sistema B y de Triciclos: “Igualdad de género, inversión de impacto, inclusión, calentamiento global, empresa con propósito, objetivos de desarrollo sustentable, pago a proveedores en el plazo establecido por contrato. ¿Estos temas le suenan novedosos en el contexto empresarial? ¿Le parece que le cambiaron las reglas del juego de un día para otro y que el mundo está medio patas para arriba? Son todos temas para los cuales no fuimos entrenados. Puedo negarlo, puedo esconderme, puedo pelearlo o puedo declarar: ¡Bienvenida la era del activismo empresarial! Necesitamos lo excepcional, de lo otro ya tenemos suficiente”.

¿CUÁLES SON LAS PIEDRAS CON LAS QUE TROPIEZAN LAS EMPRESAS EN EL CAMINO HACIA LA SUSTENTABILIDAD?
A veces las empresas pierden el equilibrio, ya sea porque solo buscan el lucro o porque buscan sostener un propósito, pero sin una estrategia financiera. Una empresa sostenible es aquella que puede integrar la mirada de triple impacto, tanto a la hora de hacer balances financieros, como al hacer balances en relación con su impacto social y medioambiental.

Un desafío es el tiempo que insume el cambio de las reglas de juego. Para impulsar nuevas formas de hacer empresa hay que enfrentar otra piedra que identifiqué con claridad en el libro El juego infinito de Simon Sinek. El autor dice que una de las formas de engañarnos a nosotros mismos procede del lenguaje que utilizamos, y del uso de eufemismos. Los eufemismos nos permiten disociarnos del impacto de decisiones o acciones que, de otro modo, consideraríamos de mal gusto o con las que nos resultaría difícil vivir… Hablamos de gestionar externalidades en lugar de decir claramente el daño que nuestro modo de fabricar causa”.

Finalmente, en muchos casos identifico como obstáculo el no atreverse a asumir riesgos, ¿por qué? Porque la confianza implica riesgo y las verdaderas relaciones de confianza implican que ambas partes se arriesguen. Debemos asumir riesgos como ciudadanos, como empresarios, como políticos. Debemos incentivar los comportamientos que construyen confianza.

Es la combinación entre lo que valoramos y nuestra forma de actuar lo que fija la cultura de la empresa. Es decir, si yo valoro algo es porque estoy dispuesto a defenderlo y a actuar en consecuencia. La clave está en que nuestras acciones hablan más por nosotros que lo que decimos. Nuestras acciones y decisiones diarias reflejan nuestros valores todos los días de nuestra vida y en todos los ámbitos. En definitiva, valores son acciones.

¿QUÉ NECESITA SISTEMA B PARA CRECER EN URUGUAY?
Sistema B crece gracias al impulso y voluntad de quienes se van sumando. En Uruguay es una comunidad abierta para quienes quieren sumarse a coconstruir una nueva economía. Necesitamos más difusión para dar a conocer el movimiento, a las empresas y a las personas que lo componen. Necesitamos llegar a todo el territorio nacional, romper con el centralismo y que las comunidades territoriales sean una realidad, que las empresas de otras ciudades o departamentos sean parte y que todos podamos coconstruir un Uruguay más sostenible.

Claramente el crecimiento es un resultado, no una causa. El crecimiento porque sí es como comer solo para engordar y, como pasa con las personas, termina generando problemas de salud. Creo que lo que más ayuda al crecimiento es tener una ilusión compartida, lo que llamamos la visión de redefinir el sentido del éxito en la economía. Una economía en la que el éxito se defina por el bienestar de las personas, la sociedad y la naturaleza.

El lugar hacia dónde vamos y cómo vamos hacia ahí son igual de importantes. Considerar a todos los beneficiarios, es decir, a todos los públicos de interés es un cómo relevante para caminar juntos hacia esa visión compartida. Esa visión específica de un futuro que todavía no existe, pero que queremos construir, es una visión de servicio a los beneficios compartidos. De ahí nace hablar de empresas B. Empresas que son creadoras de valor integral y que, por tanto, consideran en sus decisiones los beneficios compartidos.

¿QUÉ IMPACTO PROYECTAN CON LA APROBACIÓN DEL PROYECTO DE LEY PARA LAS SOCIEDADES DE BENEFICIO E INTERÉS COLECTIVO (BIC)?
La ley para las Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo (BIC) tiene como objetivo primordial establecer las condiciones que faciliten a las empresas a crear valor económico a largo plazo, generando al mismo tiempo impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, de ahí la denominación de “triple impacto”. Se trata de empresas con fines de lucro que asumen a su vez el compromiso de ser agentes de cambio y contribuir a la solución de las problemáticas sociales y medioambientales.

LA LEY BIC TIENE COMO OBJETIVO FACILITAR A LAS EMPRESAS A CREAR VALOR ECONÓMICO A LARGO PLAZO

Comenzamos el proceso en 2017 cuando presentamos el proyecto de ley BIC ante la Comisión Especial de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados. Luego de cuatro años, el 14 de julio de 2021 se aprobó la ley en nuestro país. Esta ley se enmarca dentro de las acciones tendientes a la solución de problemas de sustentabilidad, creación de empleo y crecimiento económico, dando mayores posibilidades a la iniciativa privada y reconociendo el enorme potencial de los emprendedores y empresarios en el cumplimiento de estos objetivos de interés público.

La incorporación de las Sociedades BIC a la legislación uruguaya permite que cada una de ellas pueda gestar su propósito de largo plazo alineado al modelo del negocio que elijan desarrollar. El texto aprobado es el resultado de un trabajo colaborativo entre los legisladores, la academia y el sector empresarial. Lo redactamos, impulsamos y presentamos desde 2017 a la fecha junto a las doctoras Ivana Calcagno, Patricia Di Bello, Magdalena Pereira y Soledad Capurro.

Desde el punto de vista de jurídico, la ley BIC no crea nuevos tipos sociales, sino que establece una política de ensamble con las figuras comerciales existentes, sociedades comerciales y fideicomisos, a las que se les agrega la categorización BIC en caso de cumplir con los requisitos dispuestos por el proyecto. En tal sentido, esta categorización oficia de ropaje complementario a los tipos legales ya definidos en sus respectivas normativas.

El impacto que la sanción de esta ley BIC uruguaya tiene en la región es, sin dudas, de gran valor. Está consolidando una figura legal moderna, que permite canalizar la capacidad innovadora y el capital financiero de una nueva generación de empresarios comprometidos en integrar a sus modelos de negocios objetivos ambientales y sociales, y la seguridad de que el esfuerzo será reconocido en la identidad misma de sus empresas.

Para trabajar por un desarrollo más equitativo, regenerativo y más centrado en las personas debemos caminar hacia políticas públicas que promuevan empresas más resilientes, comprometidas, inclusivas y que busquen dar solución a problemas sociales y ambientales.

En Sudamérica se concentra el Movimiento Legislativo de las Sociedades BIC y la base es la ley modelo de las Benefit Corporations de Estados Unidos. Las sociedades BIC reúnen tres principales características: un propósito de beneficio social y ambiental además del económico, amplios deberes fiduciarios correspondientes a directores y administradores y la obligación de reportar y de ser transparentes.

En el caso de Uruguay, innovamos al ser el único país en el mundo que hasta la fecha podrá contar con fideicomisos BIC. Si bien la definición de impacto es compleja, confiamos en que la aprobación de la ley BIC en Uruguay permitirá a las empresas con propósito generar confianza en la administración pública, así como en consumidores e inversores. Esto permitirá que cada vez más empresas opten por dar solución a problemas sociales y ambientales, haciéndose responsables de la medición del impacto que generan.

Tener ley BIC en Uruguay es, como dice mi amigo Pedro Tarak, un verdadero punto de mutación en la economía. Las buenas prácticas sustentables son puntos de acupuntura porque no necesariamente significa que se van a reproducir solas por sistema. En cambio, los puntos de mutación como la ley BIC significan que, una vez que se hace el cambio, sigue solo. Por tanto, estamos ante un cambio importante para la economía de triple impacto.

Como fundadora del grupo legal B de Uruguay e integrante del board de la Red Latinoamericana de Abogados de Impacto, estoy muy feliz de este gran paso que dimos y de la innovación que vendrá de la mano de los fideicomisos BIC.

Aun así, los días de festejo fueron pocos porque debemos y queremos seguir trabajando para desarrollar las compras públicas sostenibles en Uruguay (ODS 12, 16 Y 17). Sabemos que tenemos que trabajar para generar más instancias de diálogo y una mayor articulación público-privada. Hay que trabajar para encontrar soluciones al desafío de la reglamentación y aprovechar las oportunidades que tenemos para desarrollar nuestra vocación jurídica.

Las empresas hoy cuentan con abogados innovadores que, al momento de elegir el vehículo jurídico para el modelo de negocio, pueden elegir un diseño legal de impacto para las empresas. El desafío es escalar el impacto y lograr relevancia en el debate público. Es muy esperanzadora la oportunidad de promover los cambios de paradigma, las acciones sistémicas y las políticas públicas que acompañen este cambio.

Fuente: hacerempresa.uy

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